miércoles, 2 de octubre de 2013

Loa Barones del Caucho

Las disputas entre Perú y Colombia por el territorio del Putumayo, parecieron llegar a su fin gracias a un acuerdo firmado en 1904. Tres meses después, éste se revocaba y pasado un año las cancillerías de Lima y Bogotá decidieron someter la contienda al arbitra de su santidad Pío X. Mientras el Papa y sus consejeros analizaban el expediente ambos gobiernos decidieron retirar del Putumayo toda autoridad militar y civil. Este territorio a partir de 1906 se convirtió en tierra de nadie.

Para entonces el caucho era una industria en pleno crecimiento que requería grandes extensiones de terreno. Los Barones del caucho fueron comrando extensos territorios y controlando el tráfico en los ríos. Cada cauchero tenía "su río", e incluso cobraban tarifas por el derecho a atravesarlos o simplemente disparaban a matar.

Iquitos se convirtió, de la noche a la mañana, en una ciudad cosmopolita en donde convivían campas y aventureros extranjeros. Las casas estaban revestidas de azulejos portugueses que contrastaban con las barracas hechas de latas aplastadas de coca cola o pepsi cola. Julio César Arana era el magnate del caucho y poseedor de 200,000 kilómetros cuadrados en el Putumayo, él mandó traer una casa de hierro de los talleres de Eiffel y lo instaló en la Plaza de Armas.

Ante el peligro de que el territorio fuera cedido a Colombia, Arana proclamó la independencia de sus propiedades en las que trabajaban 40,000 indios. Para mantener el orden en las diversas plantaciones y en ausencia de cualquier autoridad, Arana reclutó a 400 barbadenses que constituían casi un ejército personal. 
En 1911 un diario londinense denunció que en el putumayo súbditos británicos, los 500 barbadenses, participaban de un régimen que calificaron como semiesclavista. La corona envió emisarios a realizar investigaciones.

La influencia de Arana los detuvo, pero un informe secreto hablaba de 30,000 nativos muertos en 12 años de trabajos forzados. En 1911 el banco llody´s le suspende a Arana todos los créditos. En el tratado Salomón-Lozano, firmado en secreto por el régimen de Leguia, cedía a Colombia la zona cauchera. El magnate pretendió declarar a sus territorios como una república independiente, sin embargo, la reacción al tratado, hecho público en 1927, propició la toma de Leticia en 1932. Para entonces el caucho era una ilusión desvanecida. La denuncia británica de los horrores cometidos contra los indígenas y el cultivo de esta planta en Asia desbarataron la boyante industria.

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